El artista contribuyó a difundir tanto la música de Jamaica como el movimiento rastafari.
El comienzo de los últimos meses de Bob Marley, el rey del reggae, se dio el 21 de septiembre de 1980, cuando colapsó durante una caminata matutina en Central Park, Nueva York. El incidente ocurrió apenas unas horas después de su concierto en el Madison Square Garden, uno de los shows más importantes de su carrera. El colapso fue un anticipo de la gravedad de su estado de salud, ya que fue llevado de urgencia a un hospital. El diagnóstico fue devastador: tenía cáncer y ya se había extendido en su cerebro, pulmones e hígado.
A pesar del sombrío pronóstico, el cantante decidió continuar con su gira programada. En su presentación en Pittsburgh, un día después de enterarse de lo peor, su energía ya mostraba signos de agotamiento y sus compañeros de banda notaron que algo andaba mal. A medida que avanzaban los días, la salud de Marley continuaba decayendo, lo que finalmente llevó a la suspensión indefinida de su gira para concentrarse en su salud.
Fue entonces cuando comenzaron a buscar diferentes tratamientos. En Nueva York, recibió sesiones de quimioterapia en el Hospital Sloan Kettering, pero estas no lograron detener el avance del cáncer. Marley, que había perdido su característico cabello rastafari debido a la quimioterapia, decidió probar tratamientos alternativos en México y Alemania, aunque con poco éxito.
El viaje a Alemania lo llevó a una pequeña clínica en Rottach-Egern, un pueblo alpino cercano a la frontera suiza. Allí, el compositor se sometió al tratamiento del Dr. Jossef Issels, un médico que prometía curas milagrosas para el cáncer a través de métodos poco convencionales. Sin embargo, este tratamiento no fue efectivo, y el entorno frío y alpino resultó en un desafío adicional para el cantante, quien había nacido y crecido en climas tropicales.
Durante su estancia en Alemania, Marley celebró su último cumpleaños el 6 de febrero de 1981. Sus amigos y familiares organizaron una pequeña fiesta para él, pero el ambiente fue melancólico y reflejó la triste realidad de su salud deteriorada. El artista se mantuvo alejado de los medios de comunicación, deseando proteger su privacidad en sus últimos días.
En abril de 1981, fue honrado con la Orden del Mérito, el mayor honor del estado jamaiquino, por parte del primer ministro Edward Seaga. Esta concesión representaba una reconciliación política entre Marley y Seaga, quien había sido considerado el responsable intelectual del atentado contra el músico en 1976.
Sin embargo, los días de Marley estaban contados. Una semana antes de su muerte, fue trasladado a una clínica en Miami en un último esfuerzo por salvar su vida. Rodeado de sus hijos, esposa y amigos, se despidió con humildad y serenidad. "Canta la canción. El dinero no compra la vida", fueron sus últimas palabras, según compartieron sus hijos Stephen y Ziggy.